El pasar de un año a otro implica un significado muy especial para todas las culturas del mundo. Es un espacio lleno de historia y tradiciones y, aunque la mayoría de las personas lo celebran trazándose objetivos para el año nuevo, muy pocos conocen la forma de llevar a cabo estos propósitos, lo que conlleva a considerar que se perdió el tiempo y a desarrollar emociones negativas frente a los 12 meses que terminan.
Es hora entonces, de cambiar la forma como se afronta este periodo de tiempo, autores como Diener, Larsen y Lucas (2003) invitan a analizar las emociones positivas que hemos cultivado a lo largo de nuestra vida; al mismo tiempo que se aprende o desechan las emociones negativas. En este orden de ideas es importante aclarar que no solo pensando en positivo se consiguen los objetivos trazados, pero es claro que las personas que desarrollan emociones positivas logran favorecer un razonamiento eficiente, flexible y creativo, lo que se convierte en un elemento determinante para dar significados positivos a los cambios y adversidades que se afrontan a lo largo de la vida.
En otras palabras, si se alimentan emociones y actitudes positivas, estas se convierten en el motor que lleva a la implementación de estrategias asertivas y reales que buscan dar cumplimiento a las metas y objetivos trazados. Es decir, lo que se busca es que este tipo de pensamiento se convierta en un estilo de vida, donde el ser humano, se mantiene abierto a todo lo que le ofrece su entorno y busca lo que lo favorece y ayuda en su proceso de crecimiento y transformación.
Ahora bien, ¿qué emociones o actitudes positivas se podrían cultivar en este 2020 que apenas inicia? A continuación, se presentan algunas pautas que ayudarían a enriquecer el bagaje de un pensamiento positivo que lleve a la acción:
1. VER EL LADO BUENO DE LAS COSAS: Por lo general las personas tienden a reconocer fácilmente lo desagradable en lo que sucede, lo que termina generando un círculo vicioso de pensamientos negativos. Empecemos poco a poco a analizar estos eventos, de forma objetiva, buscando soluciones que den respuesta a las necesidades del momento, en esa medida, el pensamiento comenzara a tonarse más consciente del presente, es decir, se logra valorar el día el día de forma más positiva y como una oportunidad de mejora o de aprendizaje.