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Envejecer sin complejos ni culpas

por Yuliana Castro Forero. Psicóloga | @pscyulianacastro

Estoy casi segura de que todos, seamos hombre o mujeres, hemos deseado “detener el tiempo” y “no cumplir más años” porque nos estamos “volviendo viejos”. En el caso particular del sexo femenino muchas empezamos quitarnos la edad o evitamos decirla en voz alta. Así mismo empezamos a experimentar miedo o angustia frente a como seremos o nos comportaremos cuando lleguemos a la vejez. Por eso me propongo a través de este artículo que cambiemos la visión de esta etapa de nuestra vida, que la asumamos con amor, responsabilidad y sobre todo de una forma saludable ya sea por nuestra propia existencia o porque tengamos a nuestro alrededor familiares o amigos que ya están en sus años dorados.

Lo primero que debemos cambiar es precisamente ese manejo despectivo o grosero de palabras como vejez, adultez, ancianos, al final estas no hacen más que nombrar un espacio de tiempo respecto al proceso evolutivo que todos los seres humanos enfrentamos desde el momento en que nacemos, por algo hay una frase anónima muy conocida que dice: “NACER ES SIMPLEMENTE COMENZAR A MORIR”, en este sentido podríamos asumir entonces que cada día que pasa estamos mas viejitos que el día anterior.

En los últimos años, se ha dado un espacio importante desde distintos ámbitos al tema del envejecimiento y su relación con la salud mental, las bases de este posicionamiento están relacionadas con el aumento de la posibilidad de vida de los individuos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que en el año 2050 casi el 20% de la población mundial tendrá más de 60 años. Ante este futuro, los países se verán obligados a reforzar sus programas relacionados con la atención en salud tanto física como mental.

A partir de lo anterior se entiende que debemos aprender a convivir con cada una de las etapas de nuestra vida, en función de desarrollo y la vejez no es ajena a ello. Este período de tiempo tiene sus propias características, en este momento se deja pensar en “vivir más años” y se pasa al concepto de “años con calidad de vida”. Y es aquí donde se hace necesario el conocer y enseñar estilos de vida saludables que garanticen que promocionen un buen vivir para los ancianos.

No podemos desconocer que hay adultos mayores que envejecen sin enfermedades y su movilidad, pensamiento y su independencia se conserva hasta el final de sus días. Existe otro grupo de individuos donde con el paso de tiempo aparecen discapacidades de la mano de condiciones crónicas (diabetes, artrosis, hipertensión) y finalmente hay un tercer nivel de afectación donde se ubican los que conviven desde muy jóvenes con diagnósticos relacionados con trastornos mentales. Independientemente del grupo al cual pertenezca una persona, lo que debe primar para ellos es la posibilidad de tener acceso a servicios de salud adecuados y el que puedan tener un entorno familiar que los apoye y acompañe con amor y respeto.

El término “envejecer con dignidad” debe volverse real y dejar una frase bonita, lo que empieza en cada uno de nosotros como ser individual. Para lograr esto debemos tomar en cuenta los siguientes elementos al llegar a la vejez:

  • Auto aceptación, es decir, cada individuo debe aceptarse en esta etapa de adultez mayor, haciendo un reconocimiento de lo positivo y negativo de sí mismo, traer a su memoria eventos de su vida, pero enfatizando en logros personales, familiares, laborales.
  • El ser mayor no implica dejar de plantearse metas, por el contrario, se trata de que esos objetivos den placer a su momento actual, haciéndolos sentir vitales.
  • Se debe seguir buscando el crecimiento personal, mantener una mente abierta a nuevos aprendizajes y experiencias.
  • Procurar mantener relaciones cálidas y de confianza con la familia y amigos cercanos.

Si bien la mayoría de abuelitos, empiezan a disponer de mayor tiempo libre, debido a que dejan de formar parte de la fuerza laboral, esto no quiere decir que deban sentirse inútiles o aislados. Estos periodos no deben considerarse como de “ocio” sino como oportunidades de calidad para desarrollar nuevos pasatiempos o aprender habilidades diferentes. Lo fundamental es la modificación de los estilos de pensamiento y buscar nuevas actividades que permitan valorar las circunstancias que ahora tienen a su disposición, por ejemplo:

  • Participe de paseos, caminatas, excursiones a sitios históricos, turísticos y ecológicos.
  • Ingrese a grupos de abuelos como clubes deportivos, grupos religiosos o donde se realicen actividades musicales, manuales.
  • Practique algún tipo de actividad física.
  • Vuelva a tocar algún instrumento si lo hacía en el pasado.
  • Enseñe sus experiencias, habilidades, anécdotas a sus hijos, nietos, sobrinos; puede convertirse en ejemplo para su familia.

Quizás la mejor forma de ser adulto y preservar la salud mental, está relacionada con la forma como se afronta y lo que se piensa acerca de la vejez. Hoy es el momento de empezar a:

  • Asumir la edad como un proceso donde disfrutamos cada situación que vivimos, aprendamos a ser agradecidos en el día a día, y hacer de cada momento sencillo algo maravilloso.
  • Piense que no todos los seres humanos tienen el privilegio de llegar a la ancianidad, veamos esta posibilidad como un regalo, y que es el momento que tenemos para recoger a plenitud lo que sembramos a lo largo de la vida.
  • Aunque se perciba como repetido, la edad se lleva en el corazón, así que podemos tener un cuerpo mayor, pero pensamientos y emociones juveniles.
  • Procuremos que nuestra esencia permanezca no importa la edad que tenga, es decir, no dejemos de soñar, de ilusionarnos.
  • Aceptemos que nuestro cuerpo cambio o cambiara, que no tendremos la misma energía, pero que con ciertos cambios continuaremos haciendo lo que nos gusta; en otras palabras, aceptemos nuestra edad.

Finalmente, visionemos nuestra vejez o la de nuestros seres queridos como una época para volver a conocernos como personas y en consecuencia vivir esta fase con responsabilidad, plenitud y sobre todo con confianza en lo que fuimos y en lo que aún podemos ser.