Todos en algún momento hemos caído en conductas y/o pensamientos en los cuales nos comparamos con los demás, incluso casi que de manera involuntaria. Compararse con los demás no es del todo malo, siempre y cuando no permitamos que ello nos afecte de manera altamente negativa, puede que lo hagamos, pero lo que no debe pasar es que esto se convierta en el foco emocional de nuestras vidas.
Aunque suena contradictorio, muchas veces asumimos que con decir “soy única (o) e irrepetible” estamos dándole la valoración que merece nuestra individualidad. Pero si analizamos un poco a profundidad el autoconcepto de algunos individuos nos daremos cuenta de que muchas personas consideran que no encajan como “deberían” de acuerdo con los estándares sociales. Por ejemplo: el no tener pareja, el tener pocos amigos, haber sido diagnosticado con algún tipo de condición física o emocional, la orientación sexual, pertenecer a minorías; pueden ser elementos que juzgados de manera poco asertiva hacen que algunos seres humanos tengan dificultades para aceptarse tal y como son, o pretendan disimular su verdadera personalidad ante quienes los rodean fingiendo que son diferentes y por ende se sientas solos y desconectados con el resto de las sociedad.
Aquello que no nos gusta de nosotros no es ni positivo ni negativo: miedos, gordura, delgadez, aficiones, estilos de comunicación, simplemente hacen parte de cada uno, depende de nuestro ser interior el que aceptemos estas características, aprendamos a convivir con ellas, mejorarlas o cambiarlas si es posible. El abrazar aquello que nos hace diferentes nos abre la oportunidad de cuestionarnos y abrir nuestros ojos a vivir de forma consciente toda una gama de situaciones que al final son necesarias para crecer y desarrollarnos de manera integral.
Si después de analizar lo anterior, piensas que no sabes cómo dejar de compararte con los demás realmente en tu día a día, te invito a que tomes en cuenta los siguientes consejos:
Finalmente, ten presente: No existen parámetros que validen que nos comparemos constantemente con los demás, cada ser humano vive a su propio ritmo, creando sus metas y sueños particulares. Las experiencias personales son la que nos suman en nuestra vida, no importa cuando, como y donde sucedan.
Cuando observes a alguien más, hazlo, intentando comprender las estrategias que lo llevaron a llegar donde tu quieras llegar, analiza, toma lo que te sirve y continua a tu propio ritmo, solo así, serás quien realmente quieres ser.