Molestias de estómago, problemas para dormir, palpitaciones, sensación de mareo, presión en el pecho, temblor de piernas… ¡¡AN-SIE-DAD!!
Estudios recientes sugieren que hasta un 20% de la población mundial puede haberla sufrido en algún momento, aunque se piensa que este porcentaje puede ser mucho más alto ya que hay muchas personas que restan importancia a su salud mental y que no acuden a buscar ayuda profesional cuando la necesitan.
De manera sencilla podemos definir la ansiedad como ese miedo que puede llegar a incapacitar, bloquear e inutilizar y que nos hace sufrir, provocando dolor, angustia e interfiriendo en nuestra calidad de vida.
En ocasiones es complicado detectarla, diagnosticarla e identificarla. Por ello, es importante que aprendas a detectarla. Mira bien estos síntomas:
El primer paso para tratar la ansiedad será entenderla y saber por qué está, por qué aparece y para qué. Se trata de aprender a no rechazarla y aliarnos con ella. De hecho, puede ser una fuente de autoconocimiento muy buena.
De la misma manera tenemos que conocer y observar a nuestro cuerpo, sus sensaciones, emociones y nuestros pensamientos. Recuerda que todo pasa en el cuerpo. Las técnicas de relajación, respiración y mindfulness serán de gran ayuda.
Igualmente es importante que trabajes y aprendas técnicas de afrontamiento y reestructuración cognitiva. Sólo enfrentándonos a nuestros miedos podemos vencerlos. Así además los síntomas comenzarán a reducirse.
Algo fundamental que nos aporta la psicología positiva es aprender a conocer y desarrollar nuestras fortalezas personales como base para nuestro bienestar emocional.
Y por supuesto todo ello, hazlo de la mano y con el acompañamiento de un profesional. No esperes a cuando no puedas más.