La pornografía existe desde la antigüedad. Los cavernícolas dibujaban escenas eróticas en las cuevas y luego los griegos en estatuas.
En la actualidad el consumo frecuente de material pornográfico se ha disparado en la última década y surge entonces la pregunta ¿es el porno inofensivo?
Algunas personas lo consideran una manera rápida y sana de aliviar tensiones mediante la auto estimulación, de explorar gustos y preferencias sexuales sin moverse de casa lo que puede ser relativamente cierto y benéfico a corto plazo, pero incrementa el riesgo de desarrollar adicción y generar afectaciones mayores.
Los efectos del porno en el cerebro se asocian al sistema límbico (sensación de recompensa y placer).
Cuando nos autoestimulamos con pornografía se aumenta la producción de glutamato (hormona que permite recordemos la experiencia como positiva) y de dopamina (hormona de la felicidad). Lo que ocasiona que el cuerpo reaccione ante ese estimulo de manera intensa y real de placer sexual.
Estas altas dosis de dopamina y glutamato hacen que cada vez debas consumir más contenido y de mayor variedad, llegando al punto de preferir el porno sobre otras actividades simples que antes disfrutabas, y es allí donde se puede convertir en una adicción grave.
Algunas consecuencias del consumo elevado de material pornográfico son:
En este sentido la pornografía consumida sin control y para escapar de la realidad se convierte en un problema serio.