por Heidy Guzman, MA, LPC, NCC
Ha transcurrido casi que la totalidad del calendario y nos encontramos celebrando nuevamente las fiestas de Navidad y Fin de año, y aunque para muchos las celebraciones son quizás los momentos más felices, para otros puede ser una época angustiante y dolorosa. Las presiones económicas, físicas y emocionales que impone la temporada, pueden llegar a sobre pasar a cualquiera. En los últimos años se ha empezado a observar un aumento marcado de problemas depresivos, así como, la exacerbación de sentimientos como tristeza, nostalgia y melancolía.
Son diversas las razones por los que se siente aversión a este período festivo, pero sin duda alguna la carga emocional que estas fiestas representan para algunas personas, acaban por desarrollar un deseo de que pasen con rapidez. Otras causas de rechazo podrían ser: la ideación de que es un período donde los gastos aumenta de forma desproporcionada (compromisos de regalos a personas específicas, cenas y eventos sociales, etc.). La ausencia de la familia, ya sea porque no se tiene o porque se vive lejos, la muerte de algunos seres queridos, y no poder compartir con ellos estas fechas especiales, hace que su no presencia sea haga más evidente y las emociones como dolor, pena o rabia se activen, lo que incrementa el malestar que durante el resto del año intentaron gestionar con mayor o menor éxito.
Por otro lado, para las persona que durante el año han manejado tensión, ansiedad o stress, la Navidad se les presenta como un conflicto mayor al tener que enfrentarse a un entorno cargado de diversión o ilusión, que pone de relieve y les hace tomar mayor conciencia sobre el estado de insatisfacción que les invade. Finalmente, al estar tan cerca el final del año, muchos lo asocian con una época de balance sobre lo que pudieron o no alcanzar, y si se considera como un año negativo o de fracaso, esta interpretación hará que la persona afronte la Navidad con un sentido de desilusión o perdida.
No importa cuál sea la razón, debemos intentar averiguar qué es lo que realmente nos afecta o nos entristece de este periodo festivo; es decir, la Navidad en sí misma no es dañina, el dolor o la angustia que produce viene dado por un conflicto propio que no ha sido resuelto. Para darle solución, es necesario identificar cuál es, porque será ahí donde se deba trabajar para que este tiempo no suponga angustia en nuestras vidas.
Es por ello que les invito a poner en práctica, estos cinco elementos (todos o de forma individual, dependiendo de las necesidades personales), para hacer que la Navidad se convierta en otra oportunidad más de vivir al máximo.
1. En Navidad recuerda con cariño a los que extrañas: La Navidad es un momento delicado momento si las personas que amamos ya no están con nosotros. Las primeras navidades después de un divorcio o el fallecimiento de alguien cercano no son muy felices si sólo nos enfocamos en la ausencia. Si decidimos celebrar la vida de la persona que falta, comprenderemos que debemos disfrutar de nuestro tiempo como un homenaje a ella. Es triste que no esté, pero seguro que sentirás su presencia a tu lado si haces las cosas que solías hacer en los tiempos felices.