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October 9, 2017Si Muero Lejos de Ti
por Heidy Guzman, MA, LPC, NCC
Bajo un cielo gris, cuarenta mil personas se aglomeraron en un popular centro comercial de Atlanta para celebrar las Fiestas Patrias de México y otros países Centroamericanos. Venían de todas partes del estado a lo que ya se ha convertido en una tradición en Atlanta. Familias con niños vestidos de charro, hombres solteros con botas tejanas y cinturón, el tricolor mexicano se veía por todas partes.
Mientras trabajaba en una de las mesas dando información, no pude evitar levantar la mirada y sentir lo que estaba pasando. En algún momento subió a la tarima una mujer vestida de mariachi y comenzó a cantar. Al principio sólo se escuchaba la voz de la cantante “…quiere cantar su alegría a mi tierra mexicana…” luego lentamente se empezaron a escuchar las voces tímidas, luego más altas en júbilo mezclado con lágrimas.
“México Lindo y Querido…” se escuchaba retumbar, solemne como un himno, con respeto. Las banderas asomadas entre la multitud, quietas. La gente dejó de caminar y se detuvieron a mirar la tarima, los que estábamos en las mesas contemplábamos callados la emoción tangible de un pueblo que anhela, que siente nostalgia, que vive y sufre la distancia de su tierra.
Bajo un cielo gris, cuarenta mil personas se aglomeraron en un popular centro comercial de Atlanta para celebrar las Fiestas Patrias de México y otros países Centroamericanos. Venían de todas partes del estado a lo que ya se ha convertido en una tradición en Atlanta. Familias con niños vestidos de charro, hombres solteros con botas tejanas y cinturón, el tricolor mexicano se veía por todas partes.
Mientras trabajaba en una de las mesas dando información, no pude evitar levantar la mirada y sentir lo que estaba pasando. En algún momento subió a la tarima una mujer vestida de mariachi y comenzó a cantar. Al principio sólo se escuchaba la voz de la cantante “…quiere cantar su alegría a mi tierra mexicana…” luego lentamente se empezaron a escuchar las voces tímidas, luego más altas en júbilo mezclado con lágrimas.
“México Lindo y Querido…” se escuchaba retumbar, solemne como un himno, con respeto. Las banderas asomadas entre la multitud, quietas. La gente dejó de caminar y se detuvieron a mirar la tarima, los que estábamos en las mesas contemplábamos callados la emoción tangible de un pueblo que anhela, que siente nostalgia, que vive y sufre la distancia de su tierra.
“Si Muero Lejos de Ti…” ya estamos lejos, pensé, en este inmenso país, en donde no queda un rinconcito donde no hayamos llegado. Donde somos como gotas de sangre sobre el mármol, retazos multicolores del tejido americano. A pesar del gran movimiento migratorio de nuestros pueblos Latinoamericanos a Estados Unidos, este se convierte por general en nuestro último destino, donde decidimos pasar el resto de nuestras vidas.
Nuestra vidas tienen dos comienzos, el de nuestro nacimiento y el de la partida de nuestra tierra. Recordamos cada momento del gran día con mucho detalle, el último café, quienes vinieron a despedirnos y bendecirnos deseándonos suerte y prosperidad, el ultimo beso a la novia o el abrazo de una madre. La mayoría con una maleta llena de sueños e incertidumbres, algunos con un proyecto migratorio, otros sin un plan, solo un destino, como invocando a Machado cuando dice “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” El camino se hace eterno, por avión o caminando, la emoción es la misma.
Nuestra vidas tienen dos comienzos, el de nuestro nacimiento y el de la partida de nuestra tierra. Recordamos cada momento del gran día con mucho detalle, el último café, quienes vinieron a despedirnos y bendecirnos deseándonos suerte y prosperidad, el ultimo beso a la novia o el abrazo de una madre. La mayoría con una maleta llena de sueños e incertidumbres, algunos con un proyecto migratorio, otros sin un plan, solo un destino, como invocando a Machado cuando dice “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” El camino se hace eterno, por avión o caminando, la emoción es la misma.